miércoles, 11 de julio de 2012

DÍA 6: Comienza nuestro VOLUNTARIADO

Hoy estamos nerviosas. Empieza realmente nuestra misión aquí, empieza lo que de verdad teníamos ganas de vivir. Hoy nos vamos a nuestros lugares de trabajo, y nuestra cara muestra intriga pero mucha ilusión. Nos hemos dividido en dos grupos, así que 4 de nosotras iremos al IDAI y otras 4 al Hogar. En unos días, cambiaremos nuestro destino para vivir todas las mismas realidades y experiencias. Todo lo que sea gratificante y que te enseñe, será siempre bienvenido. Y es nuestra labor aquí…
Al IDAI nos dirigimos cuatro de nosotras, exactamente Bea M., Bea C., Anita y Patri A. Está cerca de casa así que fuimos andando en un momento, y nos encontramos con el doctor Velasco, que nos llevó al Pabellón Esperanza. Allí es donde vamos a trabajar, en el pabellón de los niños más pequeños, y donde los pasionistas donan más fondos. La verdad que, siendo sinceros, cuando estás con un grupo de niños con discapacidades psíquicas o físicas, parece que te cuesta al principio acercarte. Da miedo no saber cómo tratarles o si les haces bien. Pero en este caso, empezamos a reírnos y a divertirnos con ellos desde el primer momento. Son unos amores… Y se nota que, en cuanto les das algo de cariño, se mueren por ti. El centro no está mal, como ya os contamos, pero sí es cierto que, inevitablemente, lo comparas todo con tu realidad en España y es muy diferente. Muchas cosas nos han chocado, y sólo ha pasado el primer día… pero, realmente, al menos estos niños abandonados por sus padres, tienen un techo donde vivir y unas cuidadoras que les limpian y les dan de comer. Así que la solución era fácil: tomas aliento y al toro, que la pena no ayuda mientras que la entrega regala muchas sonrisas.
Y eso fue lo que conseguimos desde el primer momento. Porque, aunque cada niño tenga una historia terrible a sus espaldas, y quizá no tengan la suficiente estimulación como para avanzar en sus enfermedades, te muestran su cariño en un instante. Remi y Lidia, dos niños con síndrome de Down, nos han enamorado… Brain y Diego, a pesar de que no pueden andar, no paran de reírse con nosotras… Carlitos y Samu, aunque no hablan ni una sola palabra, nos buscaban las manos para sentir una caricia…Y así todos, porque todos te enseñan algo y te regalan todo lo que tienen. Además de jugar con ellos y darles de comer, hemos empezado a ayudar en las terapias multisensoriales que realizan a cada enfermo del centro, pero ya os iremos contando, porque aún nos queda mucho que aprender y, sobre todo, que vivir.



Hacia El Alto partieron a las 7 de la mañana las chicas del segundo grupo, es decir, Patri L., Marta, Elena y Mayte. Madrugaron más que el resto porque el camino es largo, pero llegaron encantadas y con toda su fuerza hasta el Hogar de niños abandonados que allí existe. Las dos monjitas las dividieron en dos grupos. Dos de ellas se quedarían en la casa, que la llaman guardería, con los más peques de la casa: desde los 6 meses hasta los 3 añitos. Las otras dos irían al Centro Infantil que tienen debajo, donde acuden los niños mayores de 3 años que viven en el Hogar y los niños de El Alto externos al centro para pasar el día. Una vez todas divididas y listas, a trabajar.
En la guardería, Patri y Mayte conocieron a los pequeños y ya se les empezó a caer la baba… conocer a niños que apenas son bebés, con su sonrisa tan inocente, y pensar que fueron abandonados a su suerte, te hace recorrer un escalofrío por el cuerpo. Así que lo mejor que puedes hacer es darles todo el cariño que puedas, y es lo que hicieron. Además, lo que les sorprendió sin duda es que fue recíproco, y es que los niños les daban mil abrazos y besos nada más llegar. La falta de una familia sólida, de unos padres que te quieran y te cuiden, les hacen tomar cariño enseguida a todo el mundo que les trata bien. ¡Incluso a Chema, que las llevó hasta allí, le llamaban papá!
Elena y Martita, por otro lado, estuvieron en el Centro Infantil, cada una situada en una clase con otra profesora. Trabajaron con los niños, hicieron fichas, manualidades y todo tipo de juegos, y así pasaron todo el día encantadas con los peques. También les llamó la atención que los lunes cantan en fila perfecta el himno de Bolvia, pero sobre todo ese cariño que daban todos los niños, siendo solo el primer día. Y es que es alucinante… Durante todo el día, las 4 les dieron de desayunar, almorzar y merendar, bailaron con ellos y jugaron a su lado, ayudando siempre a las voluntarias que allí trabajan continuamente. Limber, Anthony, Vanesa o Amelia son algunos de los nombres que ya se han traído a casa para contarnos a las demás, aunque realmente se sabían casi todos… Estas cosas marcan y más con las ganas que teníamos de vivirlas.




Este día ha sido impresionante. Yo creo que, para todas, el mejor hasta el momento. Por fin llegó el día de empezar a movernos, a trabajar de verdad, a intentar hacer lo posible para que estos niños sean algo más felices. Y no os imagináis lo que te hace crecer… Te sientes útil, te sientes feliz con lo que haces y orgullosa de haber tomado la decisión de venir. Así que esperamos con la mejor de las sonrisas los próximos días, que seguro nos traerán más momentos tan inolvidables como los de hoy.
Pero, no contento el día, después de cenar ha surgido una situación nueva que nos hace volver a abrir los ojos: llamaron a la puerta para que “el padrecito” fuera a dar la extrema uncin a una mujer mayor que iba a fallecer… Allí fue Chema con dos de nosotras, Mayte y Bea M., hacia el hospital. Fue algo repentino pero gratificante para todos, tanto ellos por contárnoslo como para los demás oírlo. No se, son experiencias que no conoces y que siempre te hacen pensar que la fe de la gente mueve montañas…
Como a nosotras, que en este día estamos muertas, así que caemos a dormir pero como moscas… Otro día mañana, otra aventura, otras sonrisas y otras manos que ofrecer. ¡Qué ganas!

No hay comentarios:

Publicar un comentario